
'ni con el casi nulo público dispuesto a leer todas esas obras'".
La franca visión de T.S. Eliot sobre poesía y función de la crítica, potencia su carácter aleccionador, sobre todo a quién se cuestione persistentemente la posibilidad fatigante de escribir a cada momento y sin mucha explicación.
Si bien concuerdo en toda su propuesta, le agregaría una última idea, muy determinada por nuestra época y en particular mi entorno más directo: "ni con el casi nulo público dispuesto a leer todas esas obras". (Arriba en negrita).
La razón de mi afán aportativo, desde la absoluta humildad, a T.S. Eliot, es una pregunta histórica no respondida por Google, ni tampoco por amigos con mentes sistematizadas por sus aspiraciones excitistas, incapaces de revolver sus pensamientos recónditos emparentados con mis locuras neointelectuales, seguramente por desidia o temor a mi rechazo. Que ego por Dios !!!
No pocas veces he pensado, con todo el estigma "inocentón" achacable, que si hubiesen menos libros la gente leería más. Pocos pero buenos libros. Un número equilibrado hacia la creación de nuevas necesidades literarias en el mediano plazo.
Tal vez mejoraría la prosa de todos aquellos valientes quijotes principiantes, dispuestos a derribar los molinos que cobijan sus limitaciones desconocidas, pero capaces de exponerse ante quién sea con tal de vencer la eventual lucha perdida de la trascendencia. Con pocos pero buenos libros, los quijotes tendrían que atenerse exclusivamente a la creación responsable, coherente y natural, quitándoles la sedación a esos lectores infieles y suspicaces, perpetuando de paso un mejor legado literario. Lo justo y necesario.

Habrían directrices tácitas de temáticas no exploradas (más que en la realidad), ideales para ensayar formas de creación pura, menos viciadas, menos corrompidas por el extenso catálogo de influencias bastardas que aminoran la escencia de cada-distinto-potencial-escritor.
Con toda la debilidad de mi propuesta (no solo mía, seguro Borges escribió un ensayo al respecto que prefiero no encontrar para no deprimirme) me atrevo a cuestionar el asunto, porque a veces extraño la virtud de recomponer las tradicionales reglas que carga la crítica literaria en la espalda, encorvándola, afeándola y envejeciéndola, con tanto campo aún por explorar.
Además si hubiesen pocos libros, no existiría una necesidad "mainstream" por publicar cualquier barrabasada, con tal de figurar en la plaza pública junto a la modelo de turno o el piloto fórmula 1, o al menos los humanos de a pie haríamos el esfuerzo cada vez más ajeno de pensar.
Leer poco y bueno. Pensar más y mejor.
Será mi consigna para hoy sábado en el dancehall.
1 comentario:
hola...
espero no molestar...llegué de casualidad...
como que te encuentro razón pero releo lo último y al final pienso que todo me parece muy relativo de concretar.
¿Quién define que un libro es bueno o malo?
¿Cómo elegir un libro? ¿Por su crítica, su título, el tema, su diseño de portada, su autor, su fama?
Hay miles de factores para leer algún libro y quien -o qué- determine su calidad y valor a veces no se basa en conceptos tan nobles...
No lo sé... creo que debe existir siempre lo bueno y lo malo, según qué signifique para cada uno estos dos conceptos. Finalmente creo que de los dos siempre se saca algún provecho.
La idea creo, no es cerrarse a la posibilidad de la certeza y la satisfacción con cada texto que uno lea.
El prejuicio a veces es el mejor aliado de la ignorancia que todos tenemos -y que es necesaria tener- para aprender.
tu tema me embaló a tal punto que incluso cambió mi forma de escribir - la que a veces y generalmente- no siempre tiene tanta reflexión si no más la idea de liberar y expresar...
en fin... es bueno que pase.
Un salU2
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