
Leí que Andrea Maturana, la cuentista chilena que acaba de lanzar "No Decir", tiene la capacidad natural de escribir sobre la rutina y convertirla en un motivo atractivo. La frase hizo conjunción en mí porque justo ayer, mientras me cepillaba los dientes, reaccioné de manera inefable y refleja ante un brote de agua proveniente de la ducha; No es que no hubiese ocurrido antes, solo que esta vez me estremeció más de lo normal e hizo sentido en un cuestionamiento olvidado: ¿No es acaso la rutina un motivo atractivo y suceptible de ser llevado al verso con la facilidad que uno mismo apura el paso en Santiago?
La respuesta seguro dirá de nosotros más de lo que pensamos. Aunque tienda a una afirmación rotunda y evidente, enmascarando nuestras diferencias de apreciación. Con todo, es interesante analizar el fenómeno de la "mirada de autor" que subyace a esta pregunta.
Escribir no solo es reaccionar a la acción que el entorno inmediato ejerce en uno, sino además implica filtrar los millones de estímulos que pudiesen convertirse en futuras descripciones, crónicas o versos, y nadie escaparía a tal proceso relacionado con la conciencia-inconsciencia biológica. Suena freudiano.
Como no soy experto en psicoanálisis, como aproximarme a su conocimiento mediante la terapia es una inver$ión dificil, mejor permanezco en la epidérmica idea de la influencia que tiene el inconsciente sobre el hombre.
Bueno, pero mi foco más foco se dirige al poco valor que le damos a lo cotidiano, lo simple, lo pequeño (como dicen "los mismos"), a la hora de encarar una escritura de cualquier tipo. Tratamos de encontrar respuestas exclusivas en lugares lejanos a nuestro dominio, tal vez por un afán natural de exploración y superación de nuestros límites, anhelos de sabiduría, ganas de visitar lo desconocido, lugares desconocidos de nuestra conciencia, desafios a nuestra memoria de corto y largo plazo, etcétera.
A los poetas les sucederán esas cosas, no cabe duda, pero también tendrán la sensibilidad heróica de rescatar la cotidianeidad, que los salve del propio plagio, el insufrible estancamiento creativo, la pereza inherente a una "segunda obra", realzando sus voces con tono humano y real.
Antonio Machado le escribe a las moscas, Parra se relaciona con artefactos, cuántos le habrán escrito a una copa (quienes gozan con la bebida), los vendedores ambulantes tributan las virtudes de lápices a pasta, o sea existe una origen muy fiel como es la rutina, que surte de poesia y optimismo creacionista a cualquier obrero de la palabra.
Yo mismo, ciudadano de a pie, me emociono con el brote espontáneo y póstumo de una ducha aún vigente. Cuando todo está en silencio, cuando la fricción del cepillo con mis dientes emite vibraciones sonoras, dueñas del espacio, aparece un brote de agua fulminante, reaccionario, excitante, digno de cuestionarse si el agua quiere algo de nosotros, si estamos en deuda, si es hora de empezar a tratarla mejor, si alguna vez nos detuvimos a contemplar lo hermosa que es en su esencia, cuando cae por nuestros brazos, cuando rebota con el piso dejando marcas diáfanas que nuestros ojos apenas pueden notar.
Nos conviene la rutina, la rutina es poesía, es otra forma de encantarnos con la vida.
1 comentario:
q buen nombre para un blog. Somos dos , a mi tambien me gusta la carola urrejola. Amanesco todas las mañanas con ella. Con que cancion tiraria con ella ???pale blue eyes de la velvet. Ah que no.
Saludos
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