jueves, julio 13, 2006

Nulo Asomo

Me encanta recostarme con el cuerpo hacia abajo y el cuello doblado.
Me encanta sentir como la columna se arquea hasta lo insano, configurando una vejez corcovada, pero asegurando un pack de evocaciones cargadas a la nostalgia.
Me encanta acordarme de momentos tan pasajeros como importantes, haberse forjado hábitos placenteros, percatarse de avances espirituales, sentirse capaz de romper la vida y su corazón.
Me encanta tomar nota de lo mal que he estado pero aún asi con cuerda para seguir andando(aunque me gustaría ofertarlo en duda).
El problema deviene cuando las ganas de hacer, exiguas, corrompidas, trastocadas, no encuentran rumbos donde varar, porque te percatas lo triste de seguir viviendo sin metas, que por último cumplan con finalidades operacionales de alarmar sobre lo opaco que asoma.
Pienso lo veraz de esa idea, si el camino que conduce a la muerte pasa por aislamientos, decepciones, drogas, apariencias mal llevadas, desolaciones y vivencias condicionadas por azarosas experiencias, todas ellas suceptibles de ser evitadas.
La verdad, es un deber valórico aceptarla, me resulta complejo decir y hacer cosas que empatizen con mis feroces ganas de huir, sobre todo de la realidad.
Para mi, y solo para mi, la línea divisoria entre humor y fatalidad es tenue como la sonrisa que aparece cuando pienso que morir es mejor que transitar.
Transitar, justo en este momento, tiene el significado de vegetar en forma móvil, emulando marionetas fantasmales ávidas de luz (mi problema es la incapacidad de reaccionar ante todo... y todo tiene luz).
No sé que pasa en realidad.
Alguna vez lo supe.

2 comentarios:

lunática dijo...

A mi me pasa que demoro mucho tiempo en asimilar las cosas.
Entonces luego las emociones se pierden un poco.
El limbo

Sólo quedan los días nublados para recuperarme

Pauli dijo...

excelente!

comparto plenamente
tus

p a l a b r a s