viernes, enero 12, 2007

Sólo con mis obsesiones y virtudes comunicativas

Ayer escuché una entrevista al noruego Erlend Oye (Oh Yeah!), quién no sólo tiene la elogiable capacidad de multiplicarse y participar de varias propuestas musicales ligadas al pop o la electrónica, sino también una claridad fantástica a la hora de justificar su colaboración en dichos proyectos, todo gracias a la conjunción astral de dos elementos importantes de los cuales prescindo: la obsesión y la comunicación precisa de "lo que se quiere hacer" a los demás.

La obsesión representa una suerte de trampa irreversible (para mi) porque muchos la defienden como el sustento catalizador para concretar algo pero pocos reconocen en ella un vicio nefasto para la diversificación mental, requerida en la gestación de un nuevo propósito. Esa suerte de fijación permanente que nos limita la exploración de caminos paralelos (fructíferos) y nos recuerda lo animales que somos en cuanto a instinto se refiere, tanto como para seguir una presa hasta engullirla, sin tiempo que ejerza reparo moral al respecto (alguna vez me quedé pegado en una pregunta de biología en el colegio durante 10 minutos, la prueba tenía 50 preguntas y sólo teníamos 1 hora 15 ).

No iré contra la corriente esta vez, porque también ocupo la obsesión como materia prima de mi "industria personal", aunque reducidas veces, porque sigo creyendo que las metas se facilitan según el grado de amor que uno dé en toda obra. Más allá del empotamiento ligado al tezón del carácter, tan propio de la obsesión.

En cuanto a saber comunicar de manera precisa "lo que se quiere hacer a los demás", me parece vital a la hora de ejecutar algo. Y no es tarea fácil, se necesita de habilidad, transparencia, valentía, seguridad y convicción. Puras virtudes forjadas a base de ensayo y error, bueno algunas más que otras. Y como este año que pasó cometí más errores que ensayos puedo asumir absoluta carencia de esta capacidad, porque sino hubiese conseguido lo que me propuse y tal vez mucho más.

No es un post martirizante, para nada.

p.d. Erlend Oye (Oh Yeah!) toca mañana con su guitarra y un piano, en el normandie. Estará memorable. Iré solo. Sólo con mis obsesiones y virtudes comunicativas. Y está bien, soy solo.

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