Estoy muy triste, no puedo celebrar esta navidad en paz, no puedo hacerlo en la plenitud que merece este día, no puedo fingir lo mal que me deja saber que el hijo de Cristián Warnken murió hoy en su propia casa. Me da rabia, impotencia, amargura y pena, mucha pena, por las circunstancias, la fecha, el contexto y la forma. Sé que él es un hombre de una fuerza mental infinita, y sé porque lo conozco más allá de su trabajo en medios de comunicación, tengo una conexión espiritual inefable que me ha ayudado bastante, aunque él no lo sepa, me ha acercado a él en situaciones improbables y me ha confirmado que su forma de enfrentar la vida es de una belleza celestial, de ahí su cercanía real con el adjetivo en sus programas de t.v. Warnken ha estado conmigo desde siempre, como Soda Stereo, como la radio, como la tele, como mi familia, como todo lo que he atesorado con amor hasta en los momentos más oscuros del vivir. Me da pena enterarme de esto, me duele, lo recuerdo paseando a su otro hijo menor por el forestal, mostrándole las hojas secas de los árboles, transmitiéndole ese gusto, esa sensibilidad preciosa para reflejarse en los grandes detalles que permiten sortear la vida con más sensatez, con más belleza. Que no te falte la belleza en estos minutos, que no te falte la entereza para mirar lo que ha pasado con esa distancia que permite seguir vivo en esta "mala broma llamada vida". Lo siento Cristián, no sabes cómo lo siento, demasiado,ahora Clemente descansa en paz, seguro que si, dichoso de haberte conocido, feliz de haber recibido tu amor y enseñanza tanto como la de tu señora. El cielo está en deuda contigo, no sé ni porque pero igual lo sé, no lo quiero decir, no es el minuto, sólo sé que lo está, y yo no puedo ser feliz así. Fuerza y amor, es lo único que me permite seguir conectado espiritualmente a ti.
lunes, diciembre 24, 2007
Warnken
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