Estuve unos días en Frutillar, perdido en unos cerros que miraban con severidad el lago Llanquihue. Me sentí como Hans Castorp en el sanatorio suizo, extrañado de la inmensidad de la naturaleza ambiental pero no de lo absurdo de la naturaleza humana. Mi cabaña tenía vista lacustre privilegiada, lo cuál aseguraba relajo inmediato, pero prefería mirar televisión por cable, asunto más normal para mis hábitos insomnes y citadinos (o anticitadinos). Un canal repetía día y noche ésta película y no estaba mal. Tenía una atmósfera tétrica a pesar del bien logrado montaje de época melosa, y todo estaba en la sinergia entre luz y sonido, a esta altura elementos capitales del cine o videojuego (aunque reconozco que vi Los Simpons sin sónido e igual me hizo gracia). Y tocaba temas de interés social modernos para la época y retrógados para la cultura popular actual.
Terminé otra de Fitzgerald, para variar, y quedé pensando algunas cosas que sólo los buenos libros te regalan. La capacidad de enfrentar los propios demonios es asunto recurrente en la literatura de los grandes novelistas que he leído, no digo de todos porque no he leído tantos como para afirmar eso, pero si me apuran creo que sí es materia esencial de muchos. Algunos críticos le quitaron los méritos que requería para levantarse como el mejor escritor de su década justamente por la incapacidad que tuvo de sortear sus fantasmas, personificados en el alcohol. Y lo más probable es que se refirieran a la etapa decadente de su carrera (y de su vida), cuando ser decadente era ganarse la vida escribiendo para hollywood, algo que incluso para el propio fitzgerald no pareció desanimarlo dado el tono profundo de sus relatos inspirados en ese contexto.
Tierna es la noche es una novela autobiográfica, lo cuál no quiere decir necesariamente que es la forma automática de enfrentar sus taras, pero sí pienso que es una forma honesta de intentar esclarecer las cosas.
Fitzgerald era alcohólico y en el libro lo reconoce y lo establece como un problema, como el detonante necesario para radicalizar un estilo de vida. La dificultad de las personas que padecen esa adicción es su incapacidad de ponderar las cosas y reconocer el problema, aquí el hombre lo hace y de una manera coherente con su estética iluminada que tanto encendió su ánimo creador.
No debe ser fácil escribir la historia de tu vida, se necesita más que buena memoria e imaginación, supongo que el instinto ayuda, pero sobre todas las cosas eso que te permite mirar la vida por sobre el hombro, con displicencia, eso que a veces nos falta y solemos llamar coraje.
Utilidad pública: Me hice adicto al pool, no es tan difícil, pero lo hice. Si alguien conoce un buen lugar en santiago, donde ojalá vendan cerveza también, que lo recomiende. De antemano muchas gracias.
Me encanta ella, adorable, esta canción me daba ánimo cuando trabajé en starbucks (y estaba a punto de tirar la toalla..bueno igual lo hice pero más tarde de cuando lo pensé).
Quedó en mi corazón for ever.
jueves, enero 24, 2008
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1 comentario:
si encuentra respuesta a su adicción, pase el dato.
saluos
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