Amor!

Hace tiempo que dejé de escribir en esta vitrina espacial y la verdad cuando lo hice fué por la simple razón de sufrir la pérdida de mi perro. De eso ya va un año y vaya que año ha sido, tremendo en lo que he llegado a pensar de la vida, creer, vacilar, romper, avanzar, y me suena a discurso anual fuera de tiempo, que debí haberlo escrito en diciembre, pero hoy ad portas de febrero, no pienso reprimirme en decir lo bien y mal que he estado este tiempo, aunque eso no sea gran novedad dado que la experiencia te enseña que la vida se trata un poco de ese vaivén.
He estado bien porque sigo vivo, y eso pienso que es bueno aunque algunos rebeldes enarbolen el "vive intenso y muere joven", pero no, hoy con 28 años me enorgullece decir que vivir es el mejor motivo para estar bien. A ratos uno se desvía de la línea preparada del destino propio y se pierde en el camino, pero sabe encontrar la vuelta a la tranquilidad del espíritu y la conciencia, la mejor tranquilidad de todas sin duda alguna.
He estado mal porque a veces los extravíos de la razón se tropiezan con las emociones, que se transforman en reprimendas físicas y te impiden avanzar, pero con todo aquello uno igual avanza, se ponde pie o se "incorpora" como me gusta decirlo, al juego intenso que significa seguir en el carrusel de anhelos propios que tiene la especie humana.
Todavía no tengo la llave de la felicidad, ni tampoco aspiro tenerla algún día, tan sólo he aprendido a ser feliz con aquellos momentos intangibles y a veces inalcanzables que se jactan de lo simple, honestos y maravillosos que son.
Cada segundo que pasa es el pasado, y gracias a esos segundo puedo entrar al futuro como yo quiera, según la disposición que yo elija, y eso es fantástico, como ahora por ejemplo, donde me siento muy contento de volver a escribir estas líneas que tan bien me hacen.

Pronto nueva temporada de Dispersión.
Amor!