En gran parte de mis vuelos mentales me tomo poco en serio el noble ejercicio de pensar. O sea sé cuando estoy cayendo en el acto y también sé cuando obtengo material para reciclaje. Lo primero viene acompañado de un beneficio tangible en el mediano plazo, lo segundo me paraliza sin reportarme satisfacciones muy importantes, más allá de alguna risa ingenua y fugaz.
O alguna tristeza.
Proporcionalmente gana lo segundo, obvio, sino estaría en otro paisaje.
El beneficio de pensar tal vez se relacione con el orgullo de saberme un poco diferente a ciertos animales que me rodean; incluyendo seres humanos por cierto. Suena fascista, lo asumo. Y lo siento.
Pienso poco sobre mi vida, pienso más sobre los otros, les facilito sus dias sin que ellos lo noten, por más que las ondas telepáticas sean emitidas con fuerza y compromiso altruista.
Además cuando pienso en mis actos siempre lo hago en lugares inoportunos, reñidos con el espacio, tiempo y ocio que demanda una acción de esa naturaleza. El más terrible es la calle, cuando no puedes siquiera simular que estás pensando (ej. mirar el cielo fijamente o en su defecto el suelo) porque puedes chocar con un poste o un transeunte malhumorado. No puedo pensar y caminar despreocupado del entorno, lo he hecho pero no lo disfruto.
Tan terrible es pensar en "lugares sicológicos" como el que se produce cuando nos lavamos los dientes. Siempre me sucede, empiezo a pensar en cualquier cosa, dejo fluir la memoria, imaginación, emotividad, suspicacia, perspicacia, cuando en eso la boca me empieza a reclamar exceso de fluor y menta, entonces necesito enjuagarme para seguir tratando de activar la mente. Y se me van las ideas, aparecen las lagunas mentales catastróficas para dedicarse a alguna labor intelectual, aparecen las sugestiones impresentables, relativas a una vejez con alzheimer. Entonces me acuerdo de todas las drogas que han matado mis neuronas, caigo en ansiedad por ejercitar más el "mate" y potenciar la plasticidad neuronal que alguna vez estudié. Porque claro, se habla de plasticidad neuronal a esa capacidad impensada por la comunidad científica hasta hace poco tiempo, de regenerar neuronas gracias al estímulo de otras más "vivas" que las conecten y les devuelvan su actividad biológica. Hasta ahí bien, pero esta plasticidad neuronal no se manifiesta en todas las zonas del cerebro, sino sólo en las más primitivas, aquellas que permiten sobrevivir a las demandas más básicas y naturales.
Ni hablar de memoria, asociación, procesamiento de estímulos complejos, todo lo que hoy llamo "pensar".
Debería pensar más en mi, forjarme una claridad, hacerme el espacio, reflexionar en perspectiva, combinar el ocio con teorías de crecimiento personal, anticiparme a futuros eventos con madurez, madurar, para mi pensar es madurar, y aún no lo puedo lograr.
Me iré pensando sobre los factores que restringen mi madurez,
¿que no me deja pensar?
Bye.
miércoles, marzo 01, 2006
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1 comentario:
qué bueno que viste la peli, no tuve tiempo de leer tu blog ahora, pero aprovecho para saludarte!!
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