¿Qué pasaría si, a diferencia de Ricardo Piglia, elaboro una estrategia literaria para hacer crecer a un personaje llamado Andrés Astudillo?
Digo a diferencia de Piglia porque tal vez él nunca tuvo la intención de hacer crecer a Emilio Renzi (Ricardo Emilio Piglia Renzi / Francisco Andrés Ramírez Astudillo), o tal vez si, entonces mi idea se caería a pedazos y yo me podría tragar todo este discurso. Pero lleguemos a un acuerdo.
Asumamos que la grandeza de Piglia es tan pero tan grande que nunca ideó seguirle la pista, o descubrirle la pista a uno de sus personajes, el joven Emilio Renzi, sino que con el paso del tiempo se fue gestando una voz coincidente con rasgos de personaje entrañable, desde su primera existencia ficticia.
Tiempo breve, sin temor al equívoco, entre su primera y segunda novela, el cual pudo implicar una eternidad de dias con futuro incierto, cínicos desde la sustancia misma de creación de su personaje. Porque muy factiblemente, puede que Piglia lo haya visto pasar ante sus ojos de forma instantánea, a este hombre con "cuento", historia y evolución digna de narrar.
Si puedo entonces mantener el adjetivo de grande, es porque no le queda chico, ni tampoco lo eleva a los Alpes de la creación literaria, simplemente lo sitúa en un lugar bien conocido.
La virtud del imaginario propio es que puede sorprender al mismo que lo exiga en demasía. La virtud de Piglia radica en una consecuencia determinante para su obra, fundada en concretar ideas ligeras que remuevan sus principios creativos y le permitan seguir luchando con el estancamiento normal de su profesión.
No creo que sea más facil narrar buenas historias a partir de moldes preestablecidos, pensados en la inmediatez de una iluminación, por el contrario, demanda un trabajo de pensamiento constante transcribirlas, porque el olvido de atmósferas condicionantes de personajes (como Renzi) es más facil de lo que se cree, porque del imaginario al papel hay distancias olímpicas potenciadas por el fluir mental. Potenciadas también por el fluir de la experiencia, porque las voces de nuestros personajes reflejan nuestras propias voces. Y quién sabe cuántas voces que no sabemos reconocer como tales.
Por lo complejo de la acción, porque no soy Piglia y tampoco lo seré, me dispongo a encontrar mi propia forma de enfrentar la creación de personajes que acompañen mi historia, aun cuando replicar su método es muy tentador, mejor paso, porque la verdad es que no sé cuál fué su real método para crear a Renzi.
Además no he escrito una primera novela y estoy más lejos de oscilar en el intersticio de una segunda.
jueves, mayo 11, 2006
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