sábado, junio 24, 2006

Cabro bueno




Sí, a mi también me ha pasado lo que a Richard cuando he bebido. Cayendo en deseos irrefrenables de bondad, altruismo y nobleza.
Desconozco la tasa de cordura que encierra el gesto, aunque sé reconocer la pobre respuesta de personas a las cuales se dirigen mencionadas bonanzas, claro, por una "falta de desconfianza" como diría María Antonieta de las Nieves.
Lo cierto es que Richard se subió al balón y decidió realizar uno de esos millones deseos que cruzan la voluntad cuando el OH- entra, permeando los movimientos corporales y algunas leyes procuradoras de orden civil.
No sé si iría a un jardín infantil a esparcir mi corazón humanitario, tal vez iría a una fábrica textil o algo asi, pero entiendo al señor Ashcroft más de lo que me gustaría reconocer, claro porque seguro cuestionarán mi incontinencia etílica, en fin.
Todos hemos querido lo imposible cuando el OH- nos ha acompañado.





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