jueves, julio 07, 2005

Armando Uribe y el pordiosero.


Extracto de un análisis literario realizado por el cronista Ignacio Ballcells Eyquem, el domingo recién pasado en Artes y Letras, y que da cuenta de la sublime relación poética de Armando Uribe con la figura de los pordioseros o mendigos. Un lujo el artículo, un lujo Uribe.

De entre los muchos poemas de Uribe en que aparecen limosneros escojo algunos para sondear esa dimensión moral que no sabíamos que no teníamos y que el poeta nos da a manos llenas.

Tuve sed y me diste de beber.
Sed de vino y me diste para vino.
Me emborraché y la policía vino.
Estuve preso y me fuiste a ver.

Si el yo de este poema se dirige a un tú que es su semejante, este poema es un verdadero camino de perfección en la vida de la caridad. De esa caridad que, según San Pablo: "Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta".
Tuve sed y me diste de beber.El verso canta el primer paso en que se remedia una necesidad básica. Porque aquí está implícita el agua, y dar de beber agua al que tiene sed es tan natural que atribuirlo a la caridad casi parece hipérbole. Aunque si el poeta lo expresa habría que entender que habla en un desierto, que sólo en los desiertos se tiene sed y que sólo en los desiertos el agua es un bien que alguien da y otro recibe.

Sed de vino y me diste para vino.

En este segundo verso hay un salto infinito. Porque aquí se muestra que la caridad opera más allá de lo razonable. Porque saciar una sed que ya no es cuestión de vida o muerte, sino, más bien, antojo o vicio (sólo los borrachos tienen sed de vino), significa que el caritativo acoge enteramente al menesteroso, acepta que esa sed extraña a él, y que acaso le es repulsiva, puede ser tan urgente y crítica como la sed de agua. ¡Qué diferencia con la máxima china que aconseja no dar un pescado a un hombre con hambre, sino enseñarle a pescar! Porque el caritativo que da para vino comprende que el menesteroso no tiene tiempo para aprender a pescar, no le dan ganas de aprender a pescar, no tiene pulso para aprender a pescar, nunca aprenderá a pescar.Y como las cosas de la poesía son también las añadiduras, nótese qué elegante aparece en el verso el hombre cuando da para vino; nótese con qué elegancia (¿o habría que decir caridad?) la expresión para vino calla la palabra dinero.

Me emborraché y la policía vino.
Estuve preso y me fuiste a ver.

Caritativo perfecto es quien lo sigue siendo pese al coro de escandalizados que le reprochan la limosna dada a quien no la merece o pese a los burlones que ríen de la limosna que sostiene un vicio. Caritativo perfecto es quien va más allá de su limosna, quien va más allá del dinero, quien cuando el dinero es inútil se hace presente él mismo.Caritativo perfecto es quien sacia con su presencia otra sed más honda, la sed esencial del hombre apresado y degradado, la sed de semejanza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca he leido nada de Armando Uribe. Creo que debería hacerlo ...
Saludos

Gonzaloieb dijo...

Buen análisis. Todos pedimos limosna en algún sentido
Me gusta Uribe y el vino
Saludos

Carolina Moro dijo...

Uribe con su figura larga, su añosa vida, sus cigarrillos eternos, su increíble y lúcida mente.

saludos, excelente gusto